Wednesday 20 February 2013

Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (Libro Tercero)




Paz empieza esta parte esbozando la imagen de un convento bastante moderno, es decir, con una moral relajada, comodidades y jerarquía más o menos tenue. De esta manera, afirma que había en los monasterios tres criadas por cada monja; celdas individuales, grandes, capaz de albergar una familia entera; nunca se cumplió regla de comer en común, cada quien podía comer en su celda. Y para rematar, según Josefina Muriel “en 1701, hubo motín de monjas para matar a la abadesa.”
         La historia académica remueve estereotipos falsos y prejuicios del que ve desde el presente, nos acerca al momento histórico, nos identificamos con los contemporáneos de Sor Juana. Y sobre todo, nos identificamos con ella misma. Según Paz, Sor Juana es “humana, demasiado humana” porque renunció a ser santa ni diabla. Frente a las opciones, ella tomó la más moderna, humanista, individualista, moderna, liberal. Como parte de este acercamiento con el biografiado, un desliz ficcional de Paz: la pinta a ella siempre sonriendo (178). ¿Paz está leyendo el presente en el pasado? ¿O Sor Juana se adelantó a su época?
          Quizá ambas.
        La investigación de Paz se sustenta, como siempre, en una investigación seria. Para empezar, tiene una investigación de archivo. En un documento de Fray Payo, se cuenta cómo Sor Juana le faltó el respeto a una superiora. Esto demuestra, en alguna medida, seguridad en sí misma y libertades dentro del monasterio.
    En cuanto a su pensamiento vanguardista, Paz realiza una investigación intertextual del Neptuno alegórico, el arco triunfal con el cual recibió al virrey, Paz se lanza a averiguar qué libros pudo haber leído. Una de sus conclusiones es que leyó libros enciclopédicos o de compendios, más que obras originales. Esto la pinta a ella en analogía con, por ejemplo, Borges. Ambos espíritus ávidos de conocimiento y dados en ocasiones a lo superficial. Paz dice que: “escondía que sus noticias eran de segunda mano”. (214)
    Y, por último, a la filosofía de la época que era, según él, un hermetismo neoplatónico renacentista. Tres elementos principales tenía este pensamiento: neoplatonismo junto con ideas gnósticas y herméticas; la nueva ciencia, astronomía y física; junto con una visión mágica del universo, alquimia. El autor modelo era Atanasio Kircher, del cual ella tenía varios libros. Además de ello, mostrando una erudición singular, Paz escribe después (316) que Samuel Pepys, contemporáneo de Sor Juana, poseía dos copias de Kircher.
Paz acepta (227) que no hay un estudio profundo que afirme la importancia del hermetismo en América, sin embargo, lo propone, sobre todo basándose en el caso de Sor Juana.
Sor Juana es conocedora y sobre todo admiradora de la historia y simbología egipcia, núcleo del hermetismo. En sus Obras completas, la palabra Egipto junto con nombres de ciudades, lugares, ríos, parece en 82 de sus títulos. (236)
Esta afición se justifica, además, por un elemento clave del misticismo: su valoración del género femenino. Desde los fedeli d’amore, sufíes, gnósticos, etc. la mujer como un medio indispensable para la trascendencia. Paz realiza una labor de interpretación simbólica, clásica entre los místicos, (232) que consiste en encontrar correspondencias entre imágenes, diosas, símbolos. De esta manera Sor Juana se convierte en la diosa Isis. Este hecho no es gratuito, nos transporta a lo que pudo haber representado esto mismo a Sor Juana. El símbolo no era imagen vacía, etiqueta, era una traducción, reproducción de lo más importante del individuo. La importancia de los símbolos en la Colonia.
      Por último, cabe mencionar una alusión velada a la importancia de su trabajo biográfico cuando lamenta que en lengua española no ha habido grandes biógrafos ni memorias. (205) Su investigación y biografía en este tercer libro cumple con los parámetros establecidos desde el inicio. Es decir, existe una reconstrucción de la sociedad, el gusto y la filosofía de la época. A esta se agrega la personalidad de Sor Juana quien, cada vez más, se convierte en la Sor Juana de Paz, una persona avocada, amante del conocimiento, demasiado humanista y adelantada a su época, una época de ortodoxia e intransigencia religiosa y sexual.

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